A lo largo y a lo ancho de estas navidades, en lo tocante a este blog tan seguido por tantas y tantas ratas, he recibido tres tipos de cosas:
UNA: fotos,
DOS: críticas,
Y TRES: un regalo.
El regalo es el de la foto: tengo ahora un felpudo con foto de alcantarilla madrileña, y pienso pisarlo a menudo.
Las fotos las iré poniendo estos días.
Y las críticas... Las críticas se refieren a dos cuestiones espinosas: una es que programe lo que se va publicando, de forma que pueda estar hasta un mes sin mirar el blog o incluso que me envíen gentilmente alguna novedad obtenida con mérito y riesgo sin cuento y yo tarde semanas en publicarla. La otra es la de que tache de mi lista de alcantarillas pendientes los nombres de ciudades de las alcantarillas de la exposición que mi amigo y colaborador José Antonio Miralles vio y fotografió en Viena.
Me he reunido conmigo mismo para estudiar esas críticas y he decidido que en este blog NO VALE poner entradas programadas: se pone lo que se ponga el día en que se ponga, pero nada de programaciones: quedará claro al mundo que soy un vago que sólo sube fotos una vez a la semana o al mes, pero no me importa, ya que un trato es un trato, aunque lo haya tomado yo conmigo mismo y lo pueda cambiar en cualquier momento sin previo aviso ni a mí.
También he decidido que SÍ VALE usar fotos de exposiciones de alcantarillas del mundo, ya que aunque no estén hechas EN ese sitio, fueron robadas DE ese sitio, y un robo es un acto que da mucha seriedad a la propia alcantarilla como todo el mundo sabe.
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