martes, 11 de noviembre de 2014

Santo Domingo de Silos




Alrededor del claustro románico que se construyó en torno al ciprés de Gerardo Diego no hay alcantarillas ni tapas de registro (aunque sí un buen pozo), pero sí preciosos dibujos hechos con cantos de río y trozos de teja, de los que pongo dos. No deja de ser algo en el suelo. Arriba, alcantarilla junto a la iglesia de San Sebastián, la que escucha el gregoriano de los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos.

En cuanto a las tres coronas del escudo del santo (nacido en Cañas, La Rioja, diferente de Santo Domingo de Guzmán, nacido en Caleruega, Burgos y fundador de los dominicos), corto y pego de un estudio que está disponible on-line: "Las tres coronas simbolizan la tradición que dice que unas niñas, al fallecer Santo Domingo de Silos, vieron que su alma subía al cielo con tres coronas resplandecientes que, según la revelación, le fueron concedidas por la renuncia a las mundanidades, por haber restaurado la iglesia de Santa María de Cañas y por la restauración del Monasterio de Silos.

En cuanto al ciprés, nunca se debe desperdiciar la ocasión de recordar un buen soneto:

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;
lecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi, señero, dulce firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.

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