martes, 8 de noviembre de 2022

Madrid


No digan que no es futurista lo de los individuos que levantan tapas de los suelos y trajinan allí mismo con sus ordenadores portátiles... Vale, debería atreverme a preguntarles exactamente qué mensajes dejan luego tapados bajo tierra, pero prefiero imaginar cosas fantásticas y no llevarme el chasco de que todo es programación rutinaria: por eso no les interrumpo.

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