vale, no es una alcantarilla; pero hay que reconocer que como placa-homenaje en plena Carrera de San Jerónimo no está mal. Siempre me conmovió que Jesús Gil conociera a su futura esposa cuanro ésta era dependienta del más popular y tradicional establecimiento de venta de turrones de la capital. Gran hombre don Jesús. Qué tiempos los del doblete del 96. Me estoy emocionando.
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